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Tantas guerras, tanto sufrimiento, tantas muertes, tantos lamentos…  todo ello provocado por algo llamado honor.

Y al fin y al cabo ¿Qué es el honor sino un reflejo de la necesidad constante que tenemos los seres humanos de ser respetados y aceptados por la sociedad?  Pues díganme ustedes qué le importará su honor a aquel que vive alejado del mundanal ruido libre de las cadenas de la presión social.

La sangre derramada de nuestros antepasados me hace pensar cuán inútil y devastador fue el concepto del honor para la raza humana. Y es que, como bien nos enseñó el gran poeta Fray Luis de León, feliz es aquel capaz de alejarse de todo para vivir una sencilla y armoniosa vida sin preocupaciones. Una vida donde poco importen las opiniones ajenas y donde no existan ni la hipocresía, ni las falsas apariencias ni por supuesto el compromiso.

Si extrapolamos esta situación a la actualidad, podremos percatarnos de que hoy en día el concepto “honor” sigue vigente en nuestras vidas, aunque por supuesto lo entendemos de una forma muy distinta a como lo entendían las personas del siglo XVII. Por un lado, podríamos afirmar que el honor en pleno siglo XXI es un término prácticamente muerto (tan sólo utilizado para hacer referencia a épocas pasadas) sin embargo, ha sido sustituido por términos como el orgullo o la dignidad.

Afortunadamente en la actualidad hemos conseguido erradicar o al menos minimizar toda esa violencia que giraba en torno a la quiebra del honor durante el Barroco. Hace ya mucho que nuestros antepasados se dieron cuenta de lo equívoca y dañina que es la famosa ley del talión: “ojo por ojo y diente por diente” la cual sólo conduce a producir una especie de espiral de la violencia que carece de fin. Como bien afirmaba el gran pacifista y filósofo Mahanma Gandhi: “ojo por ojo y el mundo acabará ciego" de ahí la gran importancia de siempre defender el uso de la palabra contra el de la violencia. Sin embargo, desgraciadamente este mensaje parece no haber calado en una buena parte de la población. A todas esas personas, que aún creen en la ley de talion, les invito a que lean un poco de historia para que puedan apreciar por sí mismo la inutilidad y el peligro que encierra esta ley.

En definitiva, retomando el tema del honor en pleno siglo XXI, sólo decir que la deshonra siempre adquirirá la importancia que el “deshonrando” le de. Lo cual estará siempre muy relacionado con su nivel de autoestima e independencia.

En mi humilde opinión considero que ante una humillación solo hay dos vías correctas de actuación: la primera sería ocuparse del problema y darle solución (incluso denunciando a la persona si se considera oportuno) y la segunda sería obviar la situación por completo y seguir siendo feliz sin que te importen los comentarios ajenos.

Ya lo dijo Luis de Góngora: “Ande yo caliente y ríase la gente”.

Como punto final a este artículo, me he permitido el lujo de reescribir esta famosa frase del poeta Juvenal a la siguiente:

“El mayor crimen es preferir la vida al honor y, por vivir la vida, perder la razón de vivir”.

-Juvenal (siglo II)

“El mayor crimen es preferir el honor a la vida y, por defender el honor, perder el placer de vivir”.

-Estrella Guillen (siglo XXI).