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Ayer a las 18:50 de la tarde, durante unas obras de restauración, la catedral parisina de Notre Dame empezó a arder. El fuego se hizo público a las 19:20, cuando la alcadesa de París lo anunció vía Twitter, y no acabó hasta hoy por la mañana. Al parecer, mientras se hacía una restauración de la aguja central de la catedral (la cual terminó colapsando y cayendo); hubo algún tipo de problema, posiblemente vinculado a los viejos circuitos eléctricos de la catedral, que provocó este incendio.

 

Ahora mismo todos los organismos culturales y gubernamentales de Europa están ocupados en este asunto. Objetivamente, el fuego se apagó hace varias horas, pero no: el fuego sigue extendiéndose por toda Europa, cuya unidad representaba Notre Dame. Probablemente la construcción gótica más importante de toda la historia, Notre Dame era el monumento más visitado de toda Europa y uno de los más visitados de todo el mundo. Mientras escribo esto se lanzan miles de propuestas para recaudar fondos destinados a su reconstrucción, la cual probablemente cueste cientos de millones de euros. La catedral se habrá quemado, pero los cimientos siguen ahí, y varias de las obras de arte que contenía se han salvado, lo que ha incitado a toda Francia y gran parte de Europa a soñar con su restauración. Restauración que Emmanuel Macron, el presidente francés, ya ha prometido.

Mientras tanto, alrededor del mundo millones de personas muestran su apoyo ante esta pérdida. Personalidades políticas de todo el mundo, como Donald Trump, Angela Merkel o Justin Trudeau lamentaron el incendio (aunque cómo no, Trump se puso a dar propuestas sobre cómo apagarlo, alegando que “hay que actuar rápido”, como si Francia no tuviera su propio gobierno para encargarse de sus asuntos). También políticos españoles como Pablo Iglesias o Pedro Sánchez se han mostrado conmovidos por este suceso, así como el propio Vaticano (aunque su intervención me pareció horrible, calificando Notre Dame tan solo como un símbolo de la cristiandad francesa y mundial, pero qué más cabía esperar del Vaticano).

En este segundo milenio han ocurrido tragedias de todo tipo, pero seguimos sin estar acostumbrados a estas cosas. A estar haciendo cualquier cosa, y de repente abrir Instagram, encender la tele o cualquier cosa (porque ya se han abierto más de 10 “minuto a minuto” y todos los medios hacen eco del suceso) y ver que Notre Dame se está quemando casi completamente, que la aguja central se ha derrumbado y que 2/3 del techo ahora son solo cenizas. Y sinceramente me alegro de que no estemos acostumbrados, porque simboliza que conservamos nuestra integridad humana y ética. Nuestra empatía. Y no pienso hablar de culpables como se está haciendo en otros medios, así que doy por terminado este artículo. Todo mi apoyo a Francia.