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Esta semana, miércoles 17 de noviembre, hemos tenido el primer encuentro de este curso en nuestro Club de Lectura, Ítaca, y a pesar de que desde hace ya casi cuatro años nunca hemos dejado de reunirnos, la pandemia consiguió apartarnos de la presencialidad, dando pie a  una serie de encuentros telemáticos, gracias a los cuales pudimos seguir comentando los libros que teníamos entre manos, pero esto nos hacía echar de menos la cercanía de la expresión y la mirada directa que tenemos si nos vemos, por eso este miércoles ha sido muy especial, como una fiesta, vernos las caras y poder estar presentes en los cambios de tono, oír directamente las risas, sentir al mismo tiempo las emociones es algo que no tiene precio, que valoramos cuando no podemos tenerlo. ¡Qué alegría poder estar de nuevo, qué alegría volver a vernos!

Nuestro primer libro de este curso ha sido la novela de Carmen Laforet, Nada. Aprovechando que este año hemos celebrado el centenario del nacimiento de la autora que recibió el primer Premio Nadal en 1944, nos hemos lanzado a la aventura de una historia dura por lo que tiene de realista y reconocible, pues transcurre en la inmediata posguerra española.

En ella se cuenta el salto a la vida adulta de Andrea, una joven huérfana que viaja a Barcelona para vivir con su abuela y tíos mientras estudia en la Universidad. Es allí donde descubrimos a una familia herida por la guerra, donde la relaciones que hay entre todos crea una atmósfera tan oscura e insana que casi no deja respirar.

Entre los temas tratados: los malos tratos del hombre hacia la mujer, la diferencia de clase, el conservadurismo, la pobreza moral y económica, la emigración…

Esta historia, está contada en primera persona por la protagonista misma, en el futuro, mientras recuerda las experiencias vividas en Barcelona; no por la Andrea recién salida de dicha ciudad, sino por una Andrea madura, que poco a poco va rememorando todas y cada una de las experiencias vividas. Vamos asistiendo, con perplejidad a los episodios vividos entonces, la mayoría de las veces, a momentos que nos presentan a unos personajes hastiados del mundo, inconformistas, en guardia siempre ante todo y todos, que recrean modelos desdeñables por su carácter violento, pero que despiertan en el lector sentimientos de comprensión debido al contexto. El ambiente opresor de la casa donde vivirá Andrea solo puede superarse en la búsqueda de la libertad, fuera de él, por eso, ella misma lucha por encontrar a otros y, aunque esa búsqueda no será fácil, sí dará al final un buen resultado, que tendrá que ver con su salvación e inicio de otro camino personal, en este caso sí reparador.

Son muy interesantes los muchos diálogos de la novela, pues nos descubren a través de las acciones y palabras de los distintos personajes, la complejidad de estos, tan diversos.

Se trata de un buen libro que nos recuerda la importancia de tener en cuenta la influencia de historia o intrahistoria, como decía Unamuno.

 No somos individualmente, lo somos a partir de lo social y cultural e histórico.

Próximo encuentro, el 15 de diciembre, con la lectura del libro Llévame a casa, del extremeño Jesús Carrasco.