Tus pasos en la escalera, Antonio Muñoz Molina; Barcelona, Seix Barral 2019.
El viaje literario de Muñoz Molina se intuye sólido y extraordinario ya desde la primera publicación de sus escritos en 1985 con Diario del Nautilus, una recopilación de artículos publicados en el diario Ideal de su Granada de acogida, donde asistimos a un primer contacto con una comprometida visión del mundo, sensible, aguda y sutil.
Desde su primera novela, Beatus ille (1986), hasta la última, Un andar solitario entre la gente (2018), los lectores asistimos desconcertados y admirados a la genialidad narrativa de uno de los grandes escritores españoles de este tiempo. Sus constantes serán: el compromiso social y político, la reflexión acertada de las preocupaciones contemporáneas, la importancia de rescatar del olvido la memoria histórica de los acontecimientos, todo ello siempre desde la reflexión profunda, humana, sensible y muy emotiva.
Son estas constantes las que vamos a encontrar en su reciente novela, Tus pasos en la escalera (2019). A lo largo de 52 capítulos, o escenas, o instantes, el autor se centra en su propia vivencia o experiencia vital a través del protagonista, Bruno, personaje que ya desde las primeras páginas se nos muestra como un ser obsesivo, lleno de preocupaciones sociales y existenciales, que centra su energía en el acondicionamiento de un apartamento en el centro de Lisboa, en el que vivirán él y su esposa, Cecilia, cuya llegada espera ilusionado y expectante.
Bruno y Cecilia vivían en Nueva York y deciden trasladarse a Lisboa, según deducimos por las palabras del personaje, buscando la paz y la tranquilidad que la ciudad de los rascacielos no les ha proporcionado.
El narrador afirma categóricamente en la primera línea de la novela haber llegado a Lisboa para esperar en ella el fin del mundo.
A partir de este momento, con un planteamiento novelesco tradicional y sencillo, en primera persona narrativa, conoceremos el entorno del personaje, siempre a través de las reflexiones del mismo, a veces trágicas e intensas, otras irónicas y más despreocupadas, incluso humorísticas, pero siempre constantes, obsesivas.
Bruno nos habla de sus rutinas, le gusta leer, pasear con su perra Luria por el entorno cercano y silencioso de las calles de su barrio en Lisboa, es un gran observador de casi todo lo que le rodea, admira la resolución práctica ante los detalles “técnicos” de su ayudante, dispuesto y resolutivo, este le ayuda en la preparación del piso en el que él y su mujer, Cecilia, dejarán atrás la vida deshumanizada, ruidosa y llena de catástrofes políticas de la ciudad en la que vivían antes. La espera ilusionado. Quiere que todo esté perfecto cuando ella aparezca, y nos la presenta en sus pensamientos con mucho amor y admiración, es una científica que estudia la fisiología del cerebro humano, recreando episodios pasados de su vida en común.
También nos habla de él, intuimos que ha perdido su anterior trabajo. Ahora se dedicará al descanso de la vida tranquila y reflexiva, a él mismo, a la búsqueda de la paz y a preparar hasta el mínimo detalle la inminente llegada de Cecilia.
Hay en la novela dos partes bien diferenciadas: una es la visión realista de sus preocupaciones respecto al mundo (consecuencias del 11S, alteraciones climatológicas del Planeta, deshumanización…) y otra su intimismo, emocional y privado (su relación con las cosas, Cecilia y el mundo de los dos, sus paseos antes en Nueva York y ahora en Lisboa, entremezclados).
En cada parte se van filtrando datos que los lectores relacionamos con la propia vida del escritor, Muñoz Molina.
Toda esta trama, repleta de descripciones minuciosas e intensas, derivará en un final sorprendente que el lector avezado y cómplice ha debido de intuir durante la lectura.
Se trata en definitiva de un retrato de la soledad, del miedo e inestabilidad, de la angustia y de la reivindicación de la individualidad. Se trata de la importancia de la memoria y el silencio, del mundo interior y al fin del desvalimiento del personaje que nos deja con su actitud un poso amargo tras la lectura, pero que nos hace pensar en la honestidad de las cosas que pasan. Hay mucho misterio en el alma humana.
Definitivamente, gran libro a la medida de su autor, sorprendente, bien armado, emotivo, desconcertante y misterioso, aunque siempre realista y directo a la verdad.