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(Madrid, Ed. Sexto Piso, 2014; 214 pp)

El pasado jueves, 16 de febrero, nos reunimos las componentes del Club de Lectura Ítaca para comentar este libro.

Intento a continuación transmitir algunas ideas surgidas en este encuentro, fructífero y agradable como todos los que tenemos en este grupo que funciona desde hace ya 5 años.

este es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano.

en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas. veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos. veo los árboles y veo las hojas.

y cada hoja tiene venas que la recorren.

y la corteza de cada árbol tiene grietas.

no soy muy alta y mi pelo es del color de la leche.

me llamo mary y he aprendido a deletrear mi nombre. eme. a. erre. i griega. así es como se escribe.

quiero contarte lo que ha pasado pero tengo que tener cuidado de no apresurarme como hacen las vaquillas en la entrada, porque entonces iré por delante de mí misma y puedo tropezarme y caerme y de todas maneras tú querrás que empiece por donde se debe empezar.

y eso es por el principio.

Este es literalmente el inicio de la novela, que evidentemente “engancha”, “atrapa” por distintas razones: quien escribe es una niña que acaba de aprender a leer y a escribir, de ahí la tipografía ortográfica empleada en el texto. Se trata, deducimos, de una niña que siente la necesidad de contar algo que ha ocurrido y eso debe hacerlo ordenadamente y con detalles, sin precipitación y despacio. Notamos también que se trata de una niña observadora, llena de vida, de amor a la naturaleza, pues desde su ventana ella ve pájaros, el cielo, las hojas y se recrea en sus características internas.

Con todos estos datos y apenas en 20 líneas, ¿cómo no nos va a interesar la historia de Mary?

Si desde aquí decidimos pues adentrarnos en su narración, vamos a encontrar un cuento sencillo, ágil, y al mismo tiempo detallista, poético en cada una de las escenas compartidas.

Conforme leemos, experimentamos sentimientos reales y sinceros: queremos proteger a Mary, la amamos, admiramos su poderío a la hora de aceptar o enfrentar con alegría e inteligencia y sinceridad su propia existencia, que sabemos injusta, terrible y abocada a la tragedia.

La niña se vuelve una voz visible a pesar de que las estructuras del poder han querido silenciarla. Esto lo hace sencillamente contando su historia propia. Belleza y espanto conviven hermanados en nuestra lectura, la belleza única del personaje admirado y el espanto sobre su situación que entendemos y rechazamos desde el primer momento.

Estamos en 1830, Mary es la menor de 4 hermanas, todas viven con sus padres en una granja humilde del sur de Inglaterra. Sus vidas, su vida, se reduce al trabajo duro e inacabable de la tierra, al orden de las tareas domésticas, no tiene lujos, no tiene estudios, no tiene amor, su padre, severo, solo quiere que sean productivas, su madre, sumisa, también. Nacer mujer en esa época y lugar era un verdadero tormento, de ahí la ira e insatisfacción del padre que no tuvo varón, él será duro para con todas, pero especialmente para con ella, que además de mujer y niña tiene una discapacidad, es coja, y también su pelo es raro: del color de la leche.

El libro pues, transcurre a través de escenas, son como cuadros, que ocurren durante las cuatro estaciones. Un año de la vida de Mary nos basta para asomarnos a los acontecimientos que enmarcan su terrible historia.

Mary es maltratada por su padre, eso si no rinde como él quiere en el trabajo de la casa y de la tierra, ella no recibe amor de su madre, ni de sus hermanas que muchas veces la ignoran por ser la más chica y distinta. Sí recibe amor, sí recibe cariño y atención de parte de su abuelo, que permanece impedido en una habitación y que Mary intenta cuidar desde el principio. Y también están las vacas y la colina y la tierra entre sus manos, y el cielo y los pájaros… La naturaleza parece ser lo único que no traiciona a la niña.

Para el Día de Pascua las 4 hermanas suben a escondidas a la colina y ante un paisaje inhóspito y mudo, piden deseos, sueños a cumplir. Mary ni siquiera sabe qué sueño pedir, nadie le pregunta. A la vuelta de esa pequeña aventura, solo recibirá por premio una paliza de su padre, pues ella ha sido la instigadora del invento: subir a la colina para murar algo de horizonte.  

Desde ese día todo cambió, dice, porque la historia que ella narra duele, pero es tan necesario propagarla, decirla, ¿a quién? En este caso el lector/a sabe lo importante que es seguir escuchándola, lo imprescindible que es saber y continuar su historia.

Como ella es la menos “productiva” de las hijas, su padre se deshace de ella enviándola a trabajar de criada a la casa del vicario de la aldea. La mujer de este está enferma y necesita cuidados especiales.

La niña no quiere irse, apegada a su espacio, a su familia, a pesar de su invisibilidad, no quiere irse y, sobre todo, porque echará de menos a su abuelo al que sabe terminal y al que si no es ella nadie cuidará.

Es verano entonces y empieza a trabajar en la casa del Sr. Graham. Allí conoceremos la miseria del pasado de otra criada, Edna, el poder de los hombres sobre las mujeres en la persona del vicario y de su joven hijo, Harry, la diferencia de clases, conoceremos, conocerá Mary la importancia de la cultura y verá por primera vez los libros, aunque no entiende nada cuando abre sus páginas, todas ellas emborronadas de indescifrables signos de tinta negra: las palabras.

Ella encuentra cariño en la persona de la mujer del vicario, una mujer enferma, débil, que sí verá la inteligencia y el poder de la niña que dice todo lo que le viene a la cabeza y que es la voz de la conciencia de todos.

Allí pasará el otoño y el duro invierno, que trae la muerte de la mujer del vicario.

el otoño es una época en la que las hojas se ponen marrones y se arrugan y se mueren. y no se puede encontrar la primera hoja que está cambiando. porque el verano y el otoño avanzan lentamente, cada uno hacia el otro. no hay ni un solo día en que todas las hojas estén marrones.

y el otoño es la época en la que encuentro setas debajo de las hojas y del musgo y me las llevo a casa para cocinarlas. y hay una que si la partes por la mitad se pone a sangrar y le sale leche. (p. 114)

Es entonces cuando se queda sola con él. Ya no está Harry, que va a estudiar a Oxford, tampoco Edna, despedida por el vicario. Mary no entiende porqué ella permanece en la casa, pero nada puede hacer, pues no es dueña de su destino, no hay derecho de decisión en su camino. Sí hay algo que la atrae enormemente y para lo que emplea sus fuerzas y ganas además del trabajo de la casa: es empezar a aprender a leer y a escribir.

Estamos en invierno y los acontecimientos se precipitan hasta el final de la vivencia de Mary que pasa por las órdenes y los deseos de Graham, ese es el túnel que ha de transitar.

Ahora Mary, antes toda alegría, se vuelve gris, apenas habla, casi no sonríe, solo hace. Sí hay un hueco de interés que es llegar a ser capaz de leer lo que dicen esos libros.

Para cuando ella lo consigue, su historia ha acabado. Llegamos pues al fin del ciclo, es primavera y la niña ha cambiado de espacio. Es presente y cuenta el fin de su historia. Imagina otro entorno para su narración, pues realmente está en un lugar sin ventanas y no ve la naturaleza que tanto le gusta y que nos ha descrito con tanto detalle a lo largo de la historia.

Y también hay algo más. Ahora los lectores/as lo entendemos todo. Mary al fin es libre, nos hace partícipes de lo sucedido y este, creo es el fin de la historia, es importante contar para que sepamos, para eso y para intentar un cambio, para eso y para no olvidar.

Terminado el libro, una piensa en todas las mujeres que no han tenido ocasión de contarse, una piensa que un libro como este es necesario o imprescindible a pesar del paso del tiempo, porque aún hay mucho que cambiar, hay mucho que hacer para romper las desigualdades. La escritura, la Literatura es la resistencia al poder y el poder y el abuso deben desaparecer. No nos olvidamos de Mary. La buena Literatura hace que sus personajes queden grabados en la memoria de los lectores/as una vez acabadas las historias, como es en este caso.

 Para ello solo hay que querer escuchar todas las voces silenciadas.

 

ACERCA DE LA AUTORA DEL LIBRO: NELL LAYSHON:

Escritora inglesa, novelista y dramaturga. Su primera novela, Black Dirt (2004), su segundo libro, Devotion (2008). Es premiada por su obra teatral Comfort me with Appels.

Del color de la leche (2014), premio Fémina de ese año y Libro Del Año, otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid en 2014.

NELL LEYSHON

Reseña escrita por Charo Calvellido (responsable de Biblioteca y coordinadora del Club de Lectura Ítaca)