Érase un hombre que salió de un cuadro. El hombre acababa de ver a la que a él le parecía la mujer más hermosa del mundo. Este la buscó por todas partes hasta dar con ella y, cuando lo consiguió, la invitó a que se mudara al cuadro con él. Pero ella, al verlo, dijo que no le interesaba.
El hombre modificó el cuadro, pero a ella seguía sin gustarle la idea. Y así siguieron durante unos meses, pero sin resultado. Triste y abatido, el hombre decidió volver al cuadro y no salir jamás. Antes de volver, con su pincel y un poco de pintura negra, escribió en el marco de su cuadro:
“Que nadie te cambie”