Ponemos el nombre de Miguel Teruel a nuestra biblioteca del edificio central.
Miguel Teruel nació en Larache, Marruecos, en 1942, nada más terminar la Guerra Civil Española, en plena época de desesperanza y hambruna.
Licenciado en Filosofía y Letras en la especialidad de Filología Hispánica, encontró muy pronto su vocación literaria, el amor por los buenos libros y el placer de cultivar y cuidar lo mejor de nuestra lengua.
Trabajó en el instituto “Juan de la Cierva”, en Tetuán y dio comienzo así, en torno al año 1981, a una profesión que le fascinaría durante más de treinta años. En nuestro instituto La Janda dio clases de Lengua y Literatura desde 1991 al curso 2004-5, en el que se jubiló, y durante todo ese tiempo fue un referente pedagógico esencial para todos los que tuvimos la suerte de conocerle. Con su estilo a la vez lúdico y directo, consiguió en poco tiempo que hubiera en nuestro centro niños adictos a la lectura por su influencia. Siempre fresco, libre y contrario a la reducción de la educación a burocracia, era remiso a la utilización de libros de texto en sus materias y prefería empezar las clases con la lectura de poemas.
Un caluroso mes de Julio de hace ya casi treinta años, en aquella época en la que el calor entraba todavía en los
primeros meses del verano, sudoroso y risueño, entregó Miguel Teruel generosamente el mes entero de trabajo sin que nadie se lo pidiese a la creación de la biblioteca de este instituto y vino día tras día a catalogar a mano, en esas fichas pequeñas, con su preciosa letra minuciosa, todos los libros con los que entonces contábamos, que no eran pocos. Y así nació nuestra biblioteca, gracias al impulso altruista y desprendido de alguien que lo daba todo por los demás y que jamás se guardaba nada para sí.
A su casa de Zahora ( a la que bautizó solemnemente “Ítaca”, la tierra materna esencial a la que ha de volver todo
aventurero tras las tormentas y epopeyas del viaje de la vida ) llegaban chavales de todas las edades buscando su
bigote entrañable en el que encontraron sabiduría y cariño. Rodeado de esa auténtica nube de discípulos, a los que se mantuvo fiel hasta su muerte, quisiéramos recordarle ahora y siempre, en ésta biblioteca que él creó y que por eso lleva su nombre.
¿Porqué seguimos recordando a Miguel Teruel?
Esa es mi pregunta, me la he hecho muchas veces, no todos los docentes consiguen quedarse en el recuerdo de
sus alumnos, compañeros y allegados a la hora de dejar su carrera de enseñanza o dejarnos en este mundo
incompleto como fue su caso. Han pasado varios años de su pérdida y aun pervive su esencia entre aquellos que
lo conocimos y compartimos momentos con él, dónde está esa magia que conseguiste dejarnos, no tengo más
remedio que reconocer que todo se debe a que no fuiste un simple docente o profesor, sino un MAESTRO creando discípulos a tu alrededor. ¡Miguel te mereces una calle!
Joaquín Morcillo.
Miguel:
Gran prestidigitador de las palabras, con un enorme sentido del humor, no había quién le eclipsara en ninguna
reunión. Buen amigo, atento y detallista.
PURI ( su goda )